Hacer equipo no es a priori fácil. Depende de los componentes que lo formen, con sus propias características, de su grado de implicación, pero sobre todo de tener una meta clara, que sea lo suficientemente importante y motivante, para que todos los miembros del equipo estén en línea con ese objetivo común, en la misma dirección y sin perder el rumbo. Todos han de poner de su parte para que el equipo funcione, han de estar motivados, han de ser fuertes, para superar los obstáculos y por supuesto, para disfrutar de las alegrías. Un equipo, al menos, ha de ser de dos y entonces se le llama pareja o compañeros de vida, un término precioso para definir equipo de dos, ¿verdad?.
Pues bien, Jaime y yo somos compañeros de vida. Este año cumpliremos aproximadamente “media vida” juntos. Ya cuando le conocí, la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao era (y por supuesto, sigue siendo) una parte muy importante de su vida. “Los martes no podemos quedar, tengo ensayo con la Orquesta” fue una de sus primeras frases en los inicios de nuestro noviazgo. Yo, sin saberlo, también conocía la Orquesta, ya que en el pasillo de los despachos de la antigua Comercial de Deusto (Deusto Business School) sonaban sus acordes cuando ibas a revisar algún examen. Siempre me llamó la atención aquellas piezas clásicas que sonaban a acordeón…
El tiempo fue pasando y el equipo-pareja, consolidándose. Mi futuro compañero de vida, que, como buen vasco, no manifiesta sus sentimientos, pero que cuando lo hace, son sinceros al 100%, me propuso que el Vals de nuestra boda fuera “Una noche en Paris” del Maestro Josu Loroño. Y por supuesto, el Vals, “con mayúsculas”, sonó abriendo nuestro baile nupcial y una muy buena representación de la Orquesta, nos acompañó aquel lluvioso 25 de Abril, compartiendo con nosotros un día tan especial.
Y la pareja se transformó en familia, con la llegada de nuestros hijos, Enara e Ibai. Y es donde la palabra equipo vuelve a tomar fuerza: definir metas y objetivos, repartir tareas, para que el día a día fluya a buen ritmo con ambos padres trabajando, en esta sociedad en donde al verbo “conciliar” aún le faltan muchas conjugaciones. Dice un proverbio africano que para educar a un niño hace falta la tribu entera, y no les falta razón.
La primera y principal educación la reciben en casa, somos los padres sus referentes, sin olvidar la experiencia de las amamas, ellas representan la sabiduría y el buen hacer de los tiempos pasados y por supuesto, la frescura de las vivencias con los primos pequeños, ya que juntos formarán las generaciones del futuro.
La educación “primitiva”, la de casa se nutre de la social, y de la académica, donde pasan gran parte de su tiempo. Es fundamental que las tres estén en sintonía.
Que la música iba a ser parte de la vida de nuestros hijos lo teníamos muy claro. Y que la formación la recibirían en Loroño Musikaltegia, no había dudas. Y suerte la nuestra de contar con los mejores maestros, que aúnan experiencia de 60 años, manteniendo vivas nuestras tradiciones y raíces, metodológicamente impecables, pero sin perder el sentido lúdico y disfrutón que la música aporta.
Para nuestros hijos, la cuarta planta de Hurtado de Amézaga 27 es su segundo hogar. Allí lo pasan bien, a la vez que se forman y aprenden. Porque la música es pasión pero también trabajo duro, constancia y disciplina. Porque les enseña a ser responsables y a ponerse a prueba. A saber comportarse, a ser pacientes, a saber escuchar, medir tiempos, cometer fallos (y frustrarse) y auto-exigirse para ser cada día mejores. En esta época en la que prima la inmediatez “lo quiero ahora y lo quiero ya”, aprender a tocar un instrumento es un baño de realidad. Requiere de tiempo y esfuerzo. Cuesta. Y lo que cuesta es lo que vale. Para nosotros como padres, la música no es sólo formación, es un regalo para toda la vida.
Enara e Ibai son pequeños y aún les queda un laaaaaaargo camino por recorrer, aunque ellos ya tienen el objetivo marcado y una meta, que es muy ambiciosa: ser músicos de la Orquesta. Escribo estas líneas y me emociono imaginándomelos en unos cuantos años, tocando a los tres “Monasterio” juntos, formando parte de la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao.
El camino hay que recorrerlo paso a paso, trabajando a buen ritmo y disfrutándolo a la vez. Y en ello estamos. Tenemos la suerte de escuchar acordes por todos los rincones de casa y prácticamente a todas horas. Piano, acordeón, lenguaje musical… ellos practican y nosotros les escuchamos, y disfrutamos viendo sus avances, semana a semana. Aquí también el reparto de tareas es fundamental, aita les corrige los errores, toma las lecciones, acompañándoles muchas veces con su acordeón, porque no hay mejor enseñanza que un buen ejemplo. Yo, en el backstage, organizando: carpetas con partituras, vestuario, y dando ánimos cuando a veces llega la pereza a la hora de ensayar.
Desde aquí sólo tenemos palabras de agradecimiento para Loroño Musikaltegia. Eskerrik asko Mariví, Esti, Egoitz y por supuesto, Amagoia Loroño. Eskerrik asko por estar a nuestro lado, recorriendo el camino de la educación de nuestros hijos, ellos son el mañana. De sus valores, de su forma de hacer y de su forma de ser, depende la sociedad del futuro. Dicho así, con tanta rotundidad, hasta asusta. Pero somos valientes y juntos, padres y maestros, somos “tribu”, más fuertes. Estamos seguros que estamos en este mundo, no de paso, sino con una misión que es, hacerlo un poco mejor. Haremos todo lo posible para que, así sea. Bihotz-bihotzez.
Maite Goienetxea Cousillas. Directora oficina en Bankoa Grupo Abanca.
Jaime Javier Monasterio Blasco. Músico de la BAOS. Ingeniero informático.
Fuente: https://fliphtml5.com/cznkc/bgjw
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